Cuando te das
cuenta, de que no quieres obtener algo de los demás, te liberas. No te
relacionas desde el deseo de cubrir tus necesidades. Es entonces cuando sientes
que todo está bien como es. Aceptas la realidad y vives sin expectativas. Es
difícil pensar así. Cuando una sociedad como esta, con un paradigma concreto en
el que todos siguen guiones de cómo se debe ser, de cómo se debe actuar, de un
sistema de creencias que te encarcela,… se hace más complicado romper el papel
que desempeñas.
Es curioso lo
de los consejos. ¿Os habéis dado cuenta de que nadie sigue uno? El paradigma de
las sociedades del mundo es muy extenso pero muy limitado. Se encuentran las
creencias religiosas, los dogmas morales, los sistemas familiares, los mensajes
publicitarios,… Es como una gran mente construida entre todos que nos dice cómo
debemos ser. “Esto es malo”, “esto es bueno”, “si eres así te van a valorar”, “si
te comportas de esta manera obtendrás aprobación”, “si cambias tu físico al
modelo establecido te querrán más”, “si te comportas de una determinada manera
tu pareja te amará”,... Es una gran prisión para la expresión de lo natural e
impide que seamos nosotros mismos. Una cárcel que se alimenta de pensamientos
generando soledad y sufrimiento en las personas. ¿Por qué seguir prisionero de
un paradigma que te condena a ser todo, menos feliz? Nadie sabe nada de lo que
realmente ocurre, sin embargo todo el mundo te aconseja desde ese sistema de
creencias heredado.
Nos pasamos la vida
debatiéndonos entre lo que nos dice nuestra mente y lo que nos dice el corazón.
Una batalla interminable que agota. Pero llega un momento en la vida que ese
cansancio nos deja sin fuerzas y sin esperanzas. Y entonces, con lágrimas en
los ojos te rindes. ¿Y qué ocurre? Que empiezas a escuchar esa voz interior que te dice cómo te sientes,
sin juicios ni exigencias. Comienzas a entender, sin buscar explicación, que lo
único que importa es sentir paz. Esa paz que nace del diálogo amoroso contigo
mismo, de la compresión de que en realidad no sabes nada. E incluso te hace
gracia observar el comportamiento que has tenido o han tenido los demás desde
una completa ignorancia. Te das cuenta con humildad que lo que es, es como es. Y
que juzgar te condena a una batalla en la que vas a perder sí o sí. La vida es
lo que sucede mientras te empeñas en construir una vida “perfecta” con tus
pequeños propósitos individuales. Y nos frustramos al ver que pasa el tiempo y
nunca conseguimos ser felices aunque obtengamos lo que deseamos.
El objetivo de
la vida es ser feliz, y en esta sociedad todo el mundo tiene problemas para
serlo. Hay algo que no funciona, está claro. Yo no sé qué haréis vosotros, pero
yo rompí mi guión. Lo reemplacé por algo mucho más gratificante, ser lo único
que puedo ser. ¿Qué cómo lo hice? Dejando que mi alma se
expresara libremente. Confiando en que ella sabe de amor. Y no de ese concepto
de amor, de ese paradigma del que hable antes, sino de un amor más puro y
desinteresado. Se trata de seguir al alma y no de que el alma te siga a ti.
Sincronizarte con ella sin más. Y es ahí, cuando los milagros suceden.
Autora: Susan Avalon.
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