¿Alguna vez habéis tenido la sensación de no saber qué es lo que está ocurriendo en realidad? Esas situaciones que parecen una cosa y son otra. Y nos quedamos anonadados cuando vemos el desenlace. Os contaré una historia que habla sobre ésto:
- Ya es el momento de que sepas lo que quieres. Así que, si deseas seguir mis pasos tendrás que entrar en la gran jaula y lidiar con el Rey- dijo el padre con gran asertividad.
- Está bien padre. Te demostraré que valgo para ello.- Y sin más se dirigió a ver a Rey, el león más viejo de todo el circo.
Mantenía su mirada tímida simulando su agresividad con un látigo. El animal le observaba entre los huecos de gruesos barrotes oxidados. Sigilosamente, Antonio se acercaba a la puerta, pero a cada paso que daba su miedo aumentaba. Rey permanecía tumbado y sereno. Nuestro adolescente sacó de su bolsillo una llave y abrió la puerta. Su corazón palpitaba creando ritmos africanos como si fueran timbales. El grandioso animal al oírlo se levantó y se dirigió hacia él despacio. Y sucedió el encuentro entre ambos. Allí los dos plantados, uno frente a otro se miraron fijamente. Antonio, sin vacilar, meneó su látigo y dijo: - ¡Atrás! ¡Túmbate¡ -. Pero el león ni pestañeo. - ¡Atrás!-volvió a repetir nuestro aprendiz. Rey, permanecía insumiso ante las órdenes. Viendo que no conseguía domarle le golpeó en el lomo. - ¡Zasss!-. En ese instante, Rey enfadado rugió con fuerza. Antonio asustado salió corriendo de la jaula dejando la puerta abierta. Fue a encontrarse con su padre y cuando le vio, se tiró a sus brazos.
- ¡Papá, papá! Este león quiere matarme. Pensaba que sería capaz pero no valgo para ello. Me da miedo estar tan cerca. Siento que no controlo la situación.
- ¿Qué es lo que te dijo?
- Pues,… me dijo que el león permanecía en la jaula porque el así lo quería. Y que realmente hace lo que se le ordena porque él desea que sea de esa forma.
- Entonces, ¿nadie doma al león?
- No. Él solo juega su papel.
- ¿Cómo?
- Solo representa una extensión de ti. Tus miedos, tu fuerza, tu agresividad,…
- Creo que no entiendo nada.
- No importa ya lo entenderás. Tiempo al tiempo.
- ¡Oh papá! Creo que me dejé la puerta abierta. Rey habrá escapado.
- No has escuchado nada de lo que te he dicho. Él seguirá en la jaula.-
Antonio preso de la culpa, fue corriendo a cerrar la puerta. Cuál fue su sorpresa que el león no había escapado, estaba allí tumbado. El padre que fue tras él, vio cómo su hijo miraba incrédulo lo que estaba sucediendo.
- Entonces, Padre, todo es una mentira. El espectáculo es solo una fantasía.
- Ya vas entendiendo. Nada es lo que parece.
- Pues, ¡menuda decepción! Yo siempre había creído que eras “el gran domador de fieras”, que tenías algo especial y que yo lo había heredado de ti. Y ahora qué sé que el león solo te sigue el rollo porque así lo ha decidido. No veo que gracia tiene ser domador.
- Quizás lo tienes que mirar desde otro punto de vista. Rey y yo hemos llegado a conocernos tan bien que nos hemos sincronizado. Ninguno de los dos controla al otro. ¡Es pura magia!
- La verdad es que viéndolo desde ese ángulo es todo un logro. ¡Comunicarte de esa forma con un león! Aunque me surgen un montón de preguntas. ¿Por qué rey prefiere estar en una jaula? ¿Por qué quiere esa relación contigo?
- Porque crecimos juntos. Hemos superado nuestros miedos, nuestras diferencias, nuestros roles,… No ve la jaula como una prisión. Solo permanece en ella porque sabe que yo voy a visitarle todos los días, que le cuido, que le alimento y que cuando jugamos mucha gente viene a vernos.
- ¡Oh padre! Creo que ahora ya no me da miedo."
Así ocurre con las relaciones. Amplificamos nuestra fantasía creando circos, creyendo que dominamos a otros, que sometemos a nuestra voluntad a aquellos que vemos más poderosos o que de alguna forma despiertan nuestros miedos o inseguridades. Y no nos damos cuenta de que lo único que hacemos es crear nuestra propia jaula. Porque lo que no entendemos es que las relaciones con los demás son solo reflejo de la relación que mantenemos con nosotros mismos.
Quizá el león sea como el alma. No podemos controlarla, no podemos domarla pero si podemos sincronizarnos con ella y aceptar que se irá cuando ella así lo decida.
Autora: Susan Avalon.
No hay comentarios:
Publicar un comentario