miércoles, 28 de septiembre de 2011

Yo aprendo, tú aprendes, ellos aprenden...

Mientras pintaban el salón de mi casa, mi cocina se convertía en un despacho para mi nuevo artículo. Millones de ideas circulaban entre sartenes y platos. Ninguna encontraba el camino de las palabras. Hasta que por fin el ruido de la nevera y el olor a pintura fresca despertó una sensación.  Una sensación de frescura llena de aromas de novedad y nuevas oportunidades.
Había sido un año duro para mí, de grandes y dolorosos aprendizajes. Enseñanzas que no olvidaré o por lo menos intentaré ser consciente para no repetir situaciones y formas de relacionarme que no solo trajeron estancamiento y pena, también me hicieron conocerme  un poco más a mí misma.

Aprendí que por mucho que ames a alguien no puedes hacer “el trabajo personal” por él.

Aprendí que no necesito agradar a los demás para sentirme amada.

Aprendí que hay dos tipos de personas en el mundo: las que aportan y las que descuentan.

Aprendí a creer y confiar en mi misma aunque eso signifique conflictos con los demás.

Aprendí  que algunas personas crean un mundo de fantasía de sus propias vidas y que si proteges ese mundo te conviertes en uno de sus personajes con guión incluido.


Aprendí que el sentimiento de paz y esperanza juega en un columpio con la ansiedad y el miedo.  Y que nunca se cansan de jugar.


Aprendí a aceptarme y a perdonarme por no cumplir las expectativas de los demás.

Aprendí que la vida te da sorpresas gratas cuando menos lo esperas y cuando más lo necesitas.

Aprendí que aún me quedan muchas cosas por aprender.

Y ahora no sé cuál será la enseñanza que la vida querrá mostrarme. Eso me desconcierta y a veces me asusta. Imagino un sinfín de catástrofes futuras. Pero respiro y me digo a mi misma que todo irá bien.  ¡Qué buena frase! ¿no? “Todo irá bien”. Reconforta oírla sobre todo cuando pasas por esos periodos en el que tu vida se vuelve un caos.

En fin, creo que después de aprender una serie de lecciones, te pasan de curso. Eso sí, te dan unas vacaciones para reponerte antes de pasar de grado. Aunque algunas personas confunden esta fase vacacional con una etapa de soledad y  vacío. Y he de confesar que yo soy una de ellas. Lo que pasa es que en este preciso instante veo las circunstancias desde otra perspectiva. Por eso creo que el presente no solo se llena de nuevos colores, al igual que las paredes de mi casa, también de esperanza. No espero que nada cambie porque el cambio ya está ocurriendo.


La vida es así. Todo muta, todo cambia, nada es estático. Solo necesitas un instante en el que veas las cosas desde otro ángulo,  cambiar tu punto de vista y sucederá el cambio en sí. 


Quizá desde tu cocina la inspiración te llegue como lo ha hecho conmigo trayendo consigo aromas de frescura y nuevas ideas a tu conciencia. 
Autora: Susan Ávalon.

No hay comentarios:

Publicar un comentario