Había sido un año duro para mí, de grandes y dolorosos aprendizajes. Enseñanzas que no olvidaré o por lo menos intentaré ser consciente para no repetir situaciones y formas de relacionarme que no solo trajeron estancamiento y pena, también me hicieron conocerme un poco más a mí misma.
Aprendí a creer y confiar en mi misma aunque eso signifique conflictos con los demás.
Aprendí que algunas personas crean un mundo de fantasía de sus propias vidas y que si proteges ese mundo te conviertes en uno de sus personajes con guión incluido.
Aprendí que el sentimiento de paz y esperanza juega en un columpio con la ansiedad y el miedo. Y que nunca se cansan de jugar.
Aprendí a aceptarme y a perdonarme por no cumplir las expectativas de los demás.
Aprendí que el sentimiento de paz y esperanza juega en un columpio con la ansiedad y el miedo. Y que nunca se cansan de jugar.
Aprendí a aceptarme y a perdonarme por no cumplir las expectativas de los demás.
Aprendí que la vida te da sorpresas gratas cuando menos lo esperas y cuando más lo necesitas.
La vida es así. Todo muta, todo cambia, nada es estático. Solo necesitas un instante en el que veas las cosas desde otro ángulo, cambiar tu punto de vista y sucederá el cambio en sí.
Quizá desde tu cocina la inspiración te llegue como lo ha hecho conmigo trayendo consigo aromas de frescura y nuevas ideas a tu conciencia.
Autora: Susan Ávalon.
No hay comentarios:
Publicar un comentario