Esta
mañana desperté con una sensación extraña. Y ahora tras prepararme el café y
sentarme frente al ordenador, sigue acompañándome. Si os soy sincera, llevo
unas dos o tres semanas sintiendo esa emoción, por llamarla de alguna forma.
¿Cómo os la podría describir? Mis palabras no encuentran el camino para definir
ese estado.
No es
tristeza, pero se le parece.
No es
aceptación porque siento impotencia.
No es
rabia pero tiene la misma fuerza.
No es
amor, es más profundo.
Es como
si estuviera esperando algo y a la vez todo ya estuviera sucediendo. Tengo
sueños que por su intensidad me despiertan todos los días a las cinco de la
madrugada. Me revelan informaciones que
no consigo descodificar, pero me transmiten esa sensación que me acompaña a lo
largo del día. Uno de ellos, me impactó. Trataba de un viaje al futuro. Podía
ver cómo me sentía, que hacía, con quien estaba,… Era como si el tiempo se
doblara y el futuro tomara presencia en el “ahora”.
Tengo
una percepción del tiempo distinta. Todos los acontecimientos suceden con
rapidez. Pero si miras atrás parece que
lo que ocurrió hace una semana hubiera sido hace mucho más tiempo. ¿Será esto
un presagio de lo que ha de venir? Imaginaos por un instante que el futuro y el
pasado convivieran con el presente. ¿Cómo sería la realidad? Como todo es un
proceso, sus efectos llegarían lentamente, a modo de ráfagas. Sentimientos
contradictorios dominarían nuestro corazón, millones de pensamientos futuristas
se harían protagonistas en el día de hoy,… E incluso personas que conocimos
recientemente y que van a formar parte del mañana crearían emociones de
cercanía y confianza. Coexistirían
sentimientos de distintas épocas de tu vida que crearían una realidad difícil
de entender de forma racional. Adaptarse al “no tiempo” conllevaría desarrollar
nuestro hemisferio cerebral derecho y por consiguiente nuestra creatividad. O
por el contrario, una resistencia emocional y mental al cambio por miedo a lo
desconocido.
Si esta
teoría fuera cierta veríamos dos tipos de comportamientos en las personas. Unos
estarían materializando en sus vidas bloqueos, enfermedades, incoherencias,
cambios repentinos, sentirían heridas emocionales no resueltas,… y otros se dejarían
llevar por sus nuevas percepciones creando un salto cuántico a otra realidad.
¡Dos dimensiones coexistiendo a la vez! ¡Y en el mismo planeta! Interesante
¿verdad?
Hace
unos días estuve en Vevey, un pueblecito cerca de Lausanne, en Suiza. Desde el
balcón donde me hospedaba podía divisar un inmenso lago en calma rodeado de
enormes montañas nevadas. Una noche, un sueño me desveló a las cinco de la
madrugada. Como tantas otras, el reloj siempre marcaba mi despertar. Así que me
levanté con esa extraña sensación, me puse un abrigo y me fui a la terraza para
tomar aire fresco. Ante tal escenario, solo podía contemplar la majestuosidad
del lugar. Un cielo plagado de estrellas, la luna reflejándose en el lago,
cisnes durmiendo sobre el agua, silencio… Una sensación de paz me invadió por
completo. Cerré los ojos. Respiré
profundamente. Comprendí en el fondo de mi alma que aunque estés sola, con una sensación extraña en
medio de la noche, había que estar “despierta” para poder contemplar la belleza.
Honestamente,
no sé qué es lo que está ocurriendo en los mundos de los demás, ni si quiera en
el mío. Pero intuyo que pronto lo sabremos. Algo me dice, que en estos momentos
solo hay que fluir con lo que te mueve, con lo que te atrae, con lo que te
resuena, con lo que vibras,… sin miedo. Tan solo dejándote llevar por la
corriente de una fuerza que opera por encima de tu voluntad. Como los cisnes de aquel lago, esperando en
calma el amanecer.
Autora: Susan Ávalon.
Bueno, guay no es exactamente la palabra. ¿Cuál es la palabra cuando algo te hace click, cuando escuchas, lees, ves algo que resuena contigo y dentro de ti hace ........? No encuentro la palabra. Me encanta tu manifestación de ti.
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